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Consultoría Estratégica


Para saber donde estamos necesitamos un mapa y para saber a donde ir necesitamos una brújula.

y saber navegar.

Dónde reside tu valor, en que posición se encuentra tu empresa. donde están tus clientes y a que retos vas a enfrentarte son las preguntas a las que vas a enfrentarte y digo enfrentarte porque te darás cuenta, tarde o temprano, más temprano que tarde, que no sabes responderlas.

No pasa nada por reconocer la incapacidad en responder algo, a todos se nos han quedado cara de tonto en alguna ocasión al darnos cuenta que no tenemos ni idea de algo o que lo que dábamos por seguro, no lo era.

Pero es por ello que al trabajo duro para el éxito hay que acompañarlo de un cierto tiempo de reflexión para aumentar las probabilidades de éxito. Pues es cierto aquello que dijo Ray Kroc (el de McDonalds) que la suerte es proporcional al sudor, cuanto más sudas, más suerte tienes. Pero también es que no hay viento favorable para el barco que no sabe a donde va.

En qué consiste pues, construir una brújula empresarial.

En conocer la empresa, quienes lo forman, sus estructuras y sus herramientas (esto incluye CRM, proveedores de servicios, dotación de capital y muchas más cosas) para entender desde el punto de vista interno y operacional de la empresa…cómo se puede mejorar el día a día de la empresa.

A esto lo llamaremos el diseño del barco. Lo que va desde la organización jerárquica de la empresa hasta la selección de los proveedores de la empresa. El tiempo que has de pasar en astillero, en dique seco para tener luego el barco que mejor navega. El más rápido y maniobrable.

Luego, hay una perspectiva externa, la relación de la empresa (nuestro barco) con los clientes, con el mercado. Analizar el mercado, es decir, nuestros clientes y competidores, qué requieren nuestros clientes y en que fallan nuestros competidores.

A veces basta con hacer bien una sola cosa para que tengamos un proyecto ganador.

Usando una terminología más corporativa, encontrar y afianzar el valor añadido de nuestra empresa en el mercado.

Cada empresa abierta, desde la tiendita de barrio hasta las empresas cotizadas en trillones de dólares están ahí abiertas, operando y ganando dinero…porque aportan algo al conjunto, curan un dolor de cabeza a un grupo de personas que no se conocen y necesariamente tienen nada en común salvo necesitar de un producto y un servicio…el tuyo. Es lo que Adam Smith llamaba la mano invisible.

Ese valor añadido puede ir desde ser la única barbería del barrio, tener el único puesto que vende pasteles rancheros en tu zona ó diseñar una red global que te permite recibir pedidos de cualquier lugar del mundo en cualquier lugar del mundo en el que te encuentres desde la Amazonia hasta Zuera y cotizar en el Nasdaq para ellos.

Para ambas perspectivas hace falta muchas veces esa visión externa, a la que los árboles no le impidan ver el bosque para ser capaz de ayudarte a establecerte y crecer, encontrando la pastilla que te cure el dolor de cabeza en cada momento identificando y resolviendo los cuellos de botella.

Todas las empresas, en cada momento dado tienen un cuello de botella en su cadena de valor, algo que les impide seguir creciendo más porque están atascados en ese cuello…cuando se resuelve….más tarde…surge otro cuello en otro lugar…y hay que volver a iniciar el proceso, pero cada nudo que se desata, te da experiencia y músculo para resolver el siguiente.

Por eso nuestra perspectiva es siempre de largo plazo, querer apoyar a los emprendedores desde el inicio y hasta el final, ayudando para cada proyecto pues sabemos que en la vida, y la empresa es solo una parte de la vida, siempre habrá problemas que resolver y para los que hará falta ayuda.

Contáctenos y hablemos del rumbo que hay que tomar.

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